viernes, 23 de octubre de 2009

CON MOTIVO DEL DIA DEL PERIODISTA

¿Nos usan para desinformar?
José Calmet Wagner
Dos acontecimientos recientes han concitado la atención del periodismo trujillano al punto que nos llevan a reflexionar si los comunicadores estamos cumpliendo cabalmente nuestro compromiso con la sociedad o si nos hemos convertido -¿inadvertidamente?- en meros instrumentos de una manipulación mediática descarada que nos usa para desinformar.

Estos sucesos fueron el reconocimiento que el alcalde César Acuña Peralta confirió a Manuel Jesús Orbegozo en un solemne acto de la Cultura del Reconocimiento en el teatro Municipal, y la celebración del Día del Periodista, caracterizada por alegres celebraciones con diversas instituciones en la que el verbo "yo me homenajeo, tú me homenajeas�" fue el recurso para solventar tales agasajos.

¿Por qué ambas comparaciones? El notable periodista otuzcano es muy probablemente el colega peruano que más calle y más mundo ha recorrido en una vasta experiencia profesional que lo convierte en ejemplo de vida para muchos de nosotros: emprendedor, humanista, maestro universitario, espíritu elevado y juez implacable contra la soberbia que trastoca el espíritu.

El Día del Periodista reflejó cuan débiles de espíritu somos, cuan desunidos estamos y que poco recordamos nuestros principios profesionales y la ética. Porque ver a ciertos colegas mendigando homenajes y agasajos ante empresas e instituciones fue patético, indigno y decepcionante.

Don Manuel Jesús, precisamente, cuando recibió la medalla de la ciudad, en un sencillo discurso deploró que el periodismo actual haya extraviado el cumplimiento de su misión sirviendo a intereses particulares o políticos, vulgarizándose y obviando su rol de guiar a la sociedad como instrumentos de información y educación.

En buena cuenta, se refería a la libertad de prensa y al proclamado rol del cuarto poder, hoy lastimosamente convertidos en falacias que trafican con la verdad y distorsionan la realidad al punto que nos fabrican la que conviene a los poderosos, no importa cuánto estemos perjudicando al género humano alimentando su conformismo con la pobreza, la miseria, la ignorancia, la falta de buenos servicios de educación y salud pública, etc.
Casi todos los medios, la televisión, particularmente, nos venden sensacionalismo barato con pantallas y páginas que chorrean sangre, vacilones con ampay, bataclanas, circo barato y espectáculos del peor gusto. Ese bombardeo de entretenimiento es el que nos ha convertido en una sociedad conformista y manipulable.

¿Nos damos cuenta de ello? ¿Nos dimos cuenta que gracias a esa formidable maquinaria de manipulación mediática los señores Alejandro Toledo y Alan García resultaron elegidos porque nos metieron el cuco del menor de los males? Es penoso decirlo, pero sin darnos cuenta nos hemos convertido en una sociedad de idiotas. ¿Sabemos por ejemplo que en el primer mundo se nos considera con coeficientes mentales que lindan con el retardo mental? No todos somos taraditos, pero si conformistas, ese es el problema.

Hace muchas décadas, don Manuel Jesús entrevistó a Ernest Hemingway, consagrado periodista y escritor. Con otros colegas le regaló una botella de pisco y el colega otuzcano le escribió la siguiente dedicatoria en la etiqueta: Mientras lloren las uvas yo beberé sus lágrimas.

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