sábado, 24 de octubre de 2009

En el salón consistorial de la Municipalidad de Trujillo

La efigie de Vallejo

Manuel Rodríguez Romero



La poesía estuvo de fiesta la noche del viernes 16. No era para menos, había que avivar el espíritu con la entronización de la efigie al óleo de César Vallejo Mendoza en el salón consistorial del palacio municipal, donde brillaba por su ausencia.

El acto quedó impregnado en las páginas de la historia de Trujillo. Por fin se hizo justicia al poeta más grande que tiene el Perú en el mundo. Ahora su figura luce imponente en la galería de preclaros personajes que engalanan el remozado ambiente municipal del jirón Pizarro.

En adelante los trujillanos podrán apreciar, en la cabecera del lado izquierdo del salón consistorial, el retrato de César Vallejo Mendoza, pintado al óleo por el reconocido artista mochense Víctor Montenegro Burga, cumpliendo un acuerdo de sesión de Concejo Municipal.

Aquella noche el alcalde, César Acuña Peralta, resumió muy bien el mensaje del porqué la efigie de César Vallejo debía estar junto a grandes personalidades, como la del político y demócrata Víctor Raúl Haya de la Torre, que está al otro lado del salón.

La autoridad edil expresó que “por la verdad y la justicia” el vate universal, aquel que revolucionó el lenguaje poético en la misma España, está en la casa de todos los trujillanos, en donde debió estar desde hace mucho tiempo, pero que no fue así por la indiferencia de pasados gobierno locales. “Hoy cumplimos con reivindicar al poeta”, declaró.

Fiel a su estilo, directo, claro y sincero, el alcalde comentó que “no debe haber mezquindad cuando se trata de reconocer los méritos de las personas” que con su sapiencia y calidad humana dan prestigio y grandeza a Trujillo, La Libertad y al Perú.

En el caso del poeta César Vallejo es incuestionable. Su contribución a las letras fue y es grandiosa, que muchos críticos literarios aún siguen analizando y encontrando ricos contenidos en su producción. Por algo es el más ilustre vate de todos los tiempos, que pese estar muerto sigue conquistando al mundo literario.

César Acuña se refirió a que no hay que ser mezquinos al no reconocer la valía de las personas. Decía esto, tal vez, por el hecho que un regidor aprista no votó en la sesión del Concejo Municipal para aprobar la presencia del óleo de César Vallejo en el salón consistorial. Una pena por aquel.

¿Porqué mezquinar a un provinciano triunfador como César Vallejo? ¿porqué mezquinar a quien le ha dado tanto prestigio y gloria a Trujillo, a La Libertad y al Perú en el mundo? ¿Por qué mezquinar a quien no tuvo miedo a nadie y a nadie y que sufrió y se sacrificó para lograr el éxito?

El poeta santiaguino creció más cuando más lo difamaban, cuando más lo perseguían, creció cuando estuvo preso acusado por algo que nunca cometió. Ahora ha sido reivindicado, incorporándolo a este histórico salón, en donde está Víctor Raúl Haya de la Torre (su compañero de carpeta), Simón Bolívar, Sucre, Mariscal de Orbegozo y otros ilustres personajes.

Por eso aquella noche no sólo hubo la ceremonia protocolar de la revelación del óleo, sino también un hermoso pasacalle con alegorías vallejianas y escenas que nos hicieron remontar al ambiente geográfico donde nació el poeta. La alegría se extendió luego a la plaza de Armas donde muchos trujillanos espectaron la verbena artístico musical en homenaje al vate.

Una noche para el recuerdo con olor a poesía y reflexión, que nos impulsa a seguir trabajando a fin de lograr paz y el bienestar.




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